Hoy me di una escapada a Tepoztlán, su nombre proviene de la lengua náhuatl y significa “lugar del hacha de cobre”y déjame decirte que es uno de mis lugares favoritos en México. Es tan místico, lleno de magia y energía que siento cómo se recarga mi ser. Es como si la paz se infundiera en mi interior y se extendiera por todo mi cuerpo. Y, por supuesto, cuando visito este lugar, siempre hago una parada obligatoria para un relajante masaje. Si mis recursos económicos me lo permiten, incluso me aventuro en un temazcal. Pero esa experiencia la compartiré en otra ocasión.
Hoy tuve la suerte de ser atendido por Juanita, una mujer de aspecto alegre y manos increíblemente suaves, al igual que su voz. Al ritmo de la música relajante, ella armonizó el lugar y comenzó: “¡Respira y exhala!”, me dijo. Mi mente comenzó a relajarse, pero a pesar de todas las clases de yoga y meditación, aún luchaba por dejar mi mente en blanco y alejar los pensamientos. Creo que ahí radica el verdadero desafío: permitirnos fluir con nuestro ser, con la música, con el momento, con la relajación. ¡Por supuesto, sin quedarnos dormidos! Simplemente estar aquí y ahora.
Creo firmemente que todos deberíamos dedicarnos un tiempo para nosotros mismos, escucharnos, interiorizar y dejarnos llevar.
Cuando Juanita masajeó las palmas de mis manos y aplicó cierta presión en puntos específicos, sentí un ligero dolor. Pero cuando lo hizo en mis pies, el dolor fue mucho más intenso. Pensé para mis adentros: “¿Acaso no vine aquí para un masaje relajante?”. Fue entonces cuando Juanita me dijo que sentía unos pequeños nudos en mis pies. Yo afirmé que también los sentía y me dolían. Ella me explicó que esa zona en las plantas de mis pies estaba conectada con el hígado. “Eres enojona, ¿verdad?”, me dijo. Y sí, tengo que admitirlo, soy una persona enojona. Ahí es cuando se aplica aquella frase que dice: “El cuerpo habla lo que la boca calla”.
En fin, llegó el final del masaje y Juanita me recordó que respirara y exhalara. Me recomendó que lo hiciera cinco veces para terminar la sesión. Yo lo relacioné con el acto de soltar. Es decir, con cada exhalación, soltar el dolor, la tristeza, las preocupaciones, cualquier cosa que me haga sentir un peso. ¿Por qué no quedarnos con esa liviandad? ¿por qué cargar con cosas inecesárias? Considero que esas cosas son las que no nos permiten poner nuestra mente en blanco. ¿Por qué no viajar ligeros de equipaje? ¿Por qué no ser como las manos de Juanita? Suaves pero firmes. Y en cada respiración, exhalar todos esos puntos de dolor que nos acongojan.
Nota:
- El lugar donde asisto a los masajes y temazcal se llama “Hotel Andrea Bungalows”, esta rumbo al inicio de la subida al Tepozteco.
- Los precios de los masajes van desde los $200 mxn.
Si te gusto esta narrativa te puede interesar la experiencia que narro de subir al cerro del Tepozteco.