Y dime, ¿qué es eso que te mantiene vivo, que hace que tu cuerpo se mueva? Así me preguntó mi profesor de meditación, invitándome a sumergirme en una reflexión que resultó más intrigante de lo que imaginaba.
Mientras pensaba en la respuesta, debo confesar que lo primero que cruzó mi mente fue… bueno, pues comer, tomar agua, repetir el ciclo, es obvio ¿no? jaja, pero ¡no!. Luego, dejé que mis pensamientos tomaran el mando, y mi boca simplemente no pudo contenerse. Empecé a hablar sobre la energía del sol, los latidos del corazón y demás. Mientras tanto, mi profesor me observaba con una expresión que parecía decir “¿En serio?”. Ante mi respuesta, me lanzó de nuevo la pregunta: “Sí, pero ¿qué es lo que te mantiene viva y en movimiento?”.
Ahora te invito a que te hagas la misma pregunta antes de descubrir la respuesta.
La ceguera ante el “Ser” o “no ser”.
En esta ocasión quiero compartir contigo un poco de lo que aprendí en esa sencilla pero reveladora lección sobre la meditación. Resulta que no se trata únicamente de cerrar los ojos y adoptar la clásica posición de flor de loto con las piernas cruzadas. Tampoco hay que confundir las técnicas de meditación con la propia meditación, ya que las técnicas son simplemente el vehículo que nos lleva a este estado de ser.
Me gustaría empezar contándote que la meditación nos ayuda a poder llegar a un estado de relajación profunda y tranquilizar nuestra mente, esa relajación que muchos necesitamos, porque la realidad es que, a quien no le ha pasado que durante el día o desde que amanece ya estamos tan ocupados sumergidos en miles de pendientes y, al final del día, cuando por fin paramos, nuestra mente sigue trabajando a toda máquina trayendo un sin fin de pensamientos. ¡Es como si no quisiera callarse! Y, claro, ahí aparece el estrés, la ansiedad, y demás. Yo lo llamo “ceguera” porque nos volvemos ciegos ante nuestras emociones, acciones y pensamientos. Llegamos al punto de olvidarnos de lo vital e importante que nos mantiene vivos y en movimiento.
La meditación se trata de “ser” y del “autoconocimiento”. Deberíamos separar el ser del no ser. Ahora, te lanzo otra pregunta: ¿qué es el no ser? ¿A qué me refiero con esto? Son todas aquellas cosas que nos alejan de nuestro ser, y esto ocurre, en cierto modo, por esa ceguera que mencioné antes.
Imagina que tu cuerpo es como un templo sagrado, lleno de luz, paciencia, gratitud, pureza y soluciones. Esto es tu “SER”. Pero el “NO SER” es todo lo contrario: impureza, problemas, ambición, frustración, enojo, peleas, etc. Todo esto proviene de nuestra ceguera, de no darnos ese momento, ese respiro para interiorizar, para aclarar nuestra mente, para escuchar y sentir nuestro cuerpo. Porque cómo te sientes por dentro impacta y vibra hacia el exterior. ¿Y sabes qué más? Entra en juego la famosa frase “el cuerpo habla lo que la boca calla”. Así que, resumiendo todo esto, se trata simplemente de meditar. Y cuando digo meditar, no me refiero a dedicar horas, sino a lo que me llevó a escribir esto: ser conscientes de nuestra respiración. Porque es en ese acto tan simple como respirar que nos mantenemos vivos y en movimiento. Meditar se trata de respirar, de observar tu respiración siendo conscientes, y uno de sus objetivos es el SER. Una vez que lo practiques, te aseguro que notarás la diferencia.
Agradezco a mi profesor todo lo aprendido durante este maravilloso curso y a la vida por esta oportunidad.