Llegar a la cima no necesariamente es el objetivo

Nadie dijo que alcanzar la cima sería un camino fácil. Desde el comienzo de mi caminata hacia el cerro del Tepozteco, supe que mi objetivo del día era llegar hasta allí. En el trayecto, me encontré con varias personas locales: algunos ascendían como yo, mientras otros regresaban.

Una señora, que venía rezagada, me alcanzó y entablamos conversación. Resultó que ella hacía este ritual de subir al cerro tres veces a la semana, y su excelente condición física era evidente. Mientras yo ya estaba empapada en sudor, apenas en el primer tramo, ella me dijo: “¡No te detengas y sigue subiendo, aunque sea despacio!” Asentí con la cabeza mientras ella se adelantaba en el camino.

Apenas había llegado a la mitad del camino cuando sentí un fuerte deseo de descansar. De repente, escuché un ruido entre los arbustos y las hojas de los árboles. Mi instinto de alerta se activó y comencé a buscar la fuente de ese sonido, pero no la encontraba entre la vegetación. Aun así, sentía que algo me seguía. Fue entonces cuando levanté la mirada y la vi: un ave de hermoso plumaje, saltando y volando de rama en rama. Me tranquilicé mientras recuperaba el aliento para seguir caminando por las empinadas piedras.

De repente, escuché otro sonido, como el de un animal. Pensé que podría ser un gato montés o algo por el estilo, así que miré a mi alrededor, pero no vi nada. Ni siquiera aquel ave majestuosa se encontraba en los árboles. Sin embargo, el sonido de aquel animal continuó durante todo mi trayecto. Para empeorar las cosas, me di cuenta de que no había llenado completamente mi botella de agua, así que tuve que cuidar mi reserva y distraerme de la sed al prestar atención al entorno: los tipos de plantas, las aves e insectos. A veces, durante el mismo camino, nos centramos tanto en el objetivo que nos olvidamos de disfrutar del paisaje.

Para ese momento, ya casi había llegado a la mitad del camino. Lo supe porque una chica que descendía me lo dijo: “¡Ya vas a la mitad, ánimo!” Pero no pude resistir más y me senté un poco para descansar y beber un poco de agua. Algunos de nosotros necesitamos hacer escalas para recobrar fuerzas y seguir adelante, y eso está bien, siempre y cuando no perdamos de vista el objetivo de llegar a la cima y, sobre todo, disfrutar del paisaje.

Continué ascendiendo y el sonido del animal se hizo cada vez más cercano. Miraba entre los árboles, convencido de que provenía de allí. Movido por la curiosidad y las ganas de llegar al mirador, seguí adelante, pero antes hice una segunda parada. Estaba realmente exhausto, pero no me rendiría. Recordé el consejo de la señora: “¡No te detengas y sigue adelante!” Mientras tanto, el sonido del animal continuaba acompañándome en el camino. Esta vez, no sentía miedo, sino una profunda curiosidad por descubrir de qué se trataba. Tomé un segundo aliento y continué mi ascenso. Cada paso parecía interminable, y justo cuando creí que ya casi había llegado, me encontré que atras de una gigantesca roca aún continuaba el camino. Fue en ese momento que vi a la señora que había conocido al inicio, regresando. Estaba empapada en sudor y lucía  algo exhausta. “Casi lo logras”, me dijo con una sonrisa, y luego agregó: “Por cierto, si tu objetivo era llegar a la cima donde se encuentra la zona arqueológica, lamento decirte que está cerrada hoy”.

Finalmente, llegue a la parte del acceso a la zona arqueológica, pero efectivamente las rejas cerradas impedían mi paso. A pesar de eso, me sentí satisfecho por haber llegado hasta allí. Y para mi sorpresa, en ese punto de lo más alto del cerro, entre las copas de los árboles, volví a ver a aquel majestuoso ave de hermoso plumaje, emitiendo ese peculiar sonido, todo este tiempo se trato de ella.

Al final del camino, me di cuenta de que llegar a la cima no era necesariamente el objetivo principal. La voz interior, es como aquel ave, siempre presente en el camino, tratando de hablarnos y guiarnos. Aunque a veces puede dar temor, es esa inquietud y curiosidad la que nos impulsa a seguir adelante. Podemos creer que el objetivo es alcanzar la cima, pero lo verdaderamente valioso está en disfrutar el camino, sin importar si avanzamos a paso lento o rápido.

Nota:

  • El acceso a la zona arqueológica es de miércoles a domingo de 9am a 4pm.
  • Tiene un costo de $90.
  • Antes de comenzar a subir, es recomendable pasar al baño.
  • LLeva tu botella de agua.
Si te gusto esta lectura te recomiendo también leer la de Tepoztlán: Un lugar de reflexión y sanación.

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